Recuerdos de trapecio, una vida sin red
Nancy Aramburu evoca los tiempos en que era trapecista de un circo. Domingo 21 de noviembre de 1999, Dominical – La revista del “Diario la Opinión”.
Luis María Andrade – Redactor de la Opinión .
Nancy Aramburu (66) nació en el circo, se crió allí y fue, junto a sus dos hermanas – Gloria y Norma Vilma-, artistas circenses hasta los cuarenta años. Por lo tanto, sabe como nadie el precio que suele cobrarle al hombre la vida por la libertad de volar, de hacerse de goma de un trapecio a otro. Amando los peligros de la altura.
Sin dudas, una parte de sus días está marcada por la vida del circo. De todos los que recorrió, el que más recuerda es el de “Los Hermanos Palma”, donde aprendió las primeras armas en la niñez. Pero guarda memoria del circo “Luri”, propiedad de su papá o el “Gani”, adonde estuvo con sus hermanas como empleadas. Y evoca al inolvidable Carlitos Scaciotta, con quien compartió la escena.
Una historia de vida que a su vez es también la de toda su familia. Un montón de recuerdos que juntos valen por mil y que Nancy asume el riesgo de contarlos para La Opinión. Riesgo que si se quiere es absolutamente trivial comparado con lo que vibró dentro de las carpas.
NACER EN EL CIRCO
“Nací en el circo” dice cuando comienza a rememorar su vida. Pero se corrige “Las Tres hermanas mujeres y el más chico el varón, nacimos en el circo…”
Nancy nació en Santa Fe, su hermana Gloria la menor – que también vive en Trenque Lauquen- en Entre Ríos y el hermano en Tucumán.
Nancy Aramburu nació en el circo, fue trapecista. dejó la carpa a los cuarenta años. Hoy a los 66 recuerda esa época inolvidable
“Nos iban sembrando donde estaban en el momento, por la república, cada uno caía donde le tocaba” dice entre sonrisas. El padre había empezado en el circo como artista. Pero de lo que alcanza a recordar Nancy lo rememora como director, ya no en la pista; sino enseñando a generar artistas. También fue presentador, actor y director de escena. De su madre cuenta que fue actríz, pero que nunca trabajó en la pista; era actríz, pero no de circo: “Se enamoró de mi papá, se casaron y mi papá se la llevó al circo”, sintetiza.
De todos los circos en los que trabajó Nancy del que más recuerdo guarda es el de “Los Hermanos Palma”, donde ella pasó toda su infancia.
“Nos criamos y nos hicimos señoritas; desde que empiezo a recordar el circo, desde los 5 años, ya trabajaba en la pista, Hacía contorsiones, lo que ahora llaman destrezas”, explica. Y sobre ellos detalla, tratando de despejar dudas. “Desde chiquitito te empiezan a trabajar el cuerpo, a los cinco años te hacen entrar a la pista: hacés contacto con el público, aprendés. Desde allí hasta que me jubilé no paré de trabajar, no en el circo, pero seguí toda la vida”.
El PRECIO DE VOLAR
¿Es dura la vida del Circo?
Es muy duro y sacrificado. Se sacrifican muchas horas de ensayo, de sacrificio trabajando el cuerpo. Todos los días ensayás. Los padres manejaban el papel que uno iba a tener. Ellos te preparan , te hacen trabajar el cuerpo; de ahí ven, si tu habilidad está en el cuerpo te trabajan en eso… a lo mejor la habilidad era volar en el trapecio, más o menos ven la inclinación par lo que vas.
¿Cómo es la infancia en un circo?
Qué se yo…(y repite la pregunta, pensándola respuestas) ensayábamos todo el día , pocas horas de juego, muchos amigos no podíamos hacer porque estábamos una semana en cada pueblo. Adonde llegábamos nos inscribían en la una escuela, hacíamos una semana de escuela en cada lado, en algún pueblo estábamos muy adelantadas, en otros muy atrasadas... nos ponían en primer grado, por ahí en segundo o tercero… era una cosa de locos (y ríe). Pero a veces, por ejemplo, en el circo Palma viajaba un maestro para todos los chicos de la compañía.
De su hermana Gloria recuerda que no siguió el mismo camino, obviamente porque tenían habilidades diferentes, Ella por ejemplo era mas diestra para el malabarismo, pero a su vez también se movía con habilidad en la misma pasión que Nancy; el trapecio.
LÁGRIMAS Y RISAS
¿Muchas Tristezas?
Muchas, cuando un compañero caía en la pista y se mataba o accidentaba.
¿Trapecios sin red?
Había trapecios que se trabajaban sin red y trapecios en los que si, porque era imposible hacerlos sin red. En los trapecios fijos algunos lo hacían con red y otros los hacíamos sin ella. Pero en los trapecios volantes, que es el último que terminé haciendo en mi vida, no lo podés hacer sin red, no depende de la habilidad tuya, sino de que a veces una mano zafa o llegás una milésima de segundos tarde y resulta fatal. En los trapecios volantes está todo muy medido y muy calculado: no puede haber fallas. Mi marido era trapecista también y se quebró muchísimas veces, rebotó en el piso varias veces.
Antes los circos tenían dos partes: primero los números de pista; trapecio, caballos, leones, malabares, magos contorsiones. Y después del intervalo venía la segunda parte que era el teatro criollo; el espectáculo duraba dos largas horas o tres.
Pero tendrás miles de anécdotas felices…
Hay tantas… por ejemplo en Corrientes nos pasó que estaban haciendo la obra de teatro “Juan Moreira”, la escena donde el comisario le quiere quitar la mujer a Moreira y lo mete al cepo. En Corrientes en esa época había mucha ignorancia y el correntino era más bien peleador. En esa escena en el medio de la pista, cuando el comisario le pegaba a Moreira con el rebenque y con la gente posicionada mirando la obra, saltó un correntino de la grada y sacó el machete, Y le dijo, “Ah, no, Añá membuí, a un hombre solo no, ahora te las vas a ver conmigo…” Y lo corrió por todos lados y no le podían hacer entender que era teatro, que no era real...
¿Hay una vida útil en el circo, sobre todo para su trabajo?
Hasta que el cuerpo aguanta, si lo seguís trabajando puede que llegue hasta los cincuenta años. Los viejos, cuando no servían para las pistas, seguían con sus hijos u otra cosa. Cuando envejecés no tenés futuro. Es por eso que nosotros dejamos el circo. “Cuando nosotros dejamos el circo, nos quedamos en Buenos Aires, Mi hermana Gloria se había casado aquí, conoció a su marido en una gira por Pellegrini. Y siempre me decía que me viniera. Cuando mis hijas se pusieron grandes me vine para acá” cuenta.
DEJAR DE SER NÓMADE
¿Cómo se adaptó a la vida sin el circo?
Me costó muchísimo, muchas lágrimas, muchas angustias. Añoraba el circo y me era muy aburrido estar siempre quieta en el mismo lugar con las mismas caras, la misma gente. Me costó, pero a todo se acostumbra el ser humano… si hoy me hablas de volver al circo digo que ni loca…
¿Por qué?
Si naciera de nuevo volvería a ser artista, me encantaba, era mi vida. Pero a esta edad, ir a hacer la vida que se hace en el circo, ni loca. Uno se acostumbró a esta vida, a la estabilidad, a la tranquilidad. Me cansé de todos los días estar colgando y descolgando las cosas y a la otra semana volver a hacerlo.
Ya no quedan Circos…
Claro, antes de la televisión un pueblo tenía los circos para divertirse. Era la diversión y la novedad de los pueblos, todos hacían cola para bailar con las chicas del circo y las chicas del pueblo preparándose para ver a los chicos del circo. Pero con la televisión no se puede. Y dejó de llamar la atención ir al circo, y entonces se fue apagando. Además, con el tema de que le sacaron los animales al circo … Los circos que quedan son muy grades y en el extranjero.
¿Sus hijas no heredaron su pasión? Nosotros nos retiramos cuando ellas eran chiquitas. A una de ellas, Patricia, le apasionaba el circo. Aparte a mi no me gustaba sacrificar a mis hijas como me habían sacrificado a mí, a mí me dolía más. Los padres de antes eran menos sentimentales, cada vez los padres vamos siendo más flojos. A mi verla llorar porque le duele y obligarla, no, de ninguna manera. A mi hermano lo criamos en el circo entre las tres hermanas en el circo, porque mis padres murieron muy jóvenes. Después se fue la hermana mayor, Gloria dejó última y siempre la que se quedaba con el nene fui yo, y nunca lo hicimos trabajar-.
El dueño de circo nos decía que lo hiciéramos trabajar, que no tenía futuro sino trabajaba, si no era artista que futuro tenía. Pero nosotros no le queríamos enseñar porque no lo queríamos sacrificar.