Poema El payaso
Es el payaso en esta vida,
a quien Dios, destinó a sufrir;
pues tiene que hacer reír,
aunque tenga su alma herida.
Con su sonrisa fingida,
tiene penas que ocultar
si el payaso pudiese hablar
y contar sus amarguras;
hasta las almas más duras,
podrían con él llorar.
Al ver mi cara pintada,
todos ríen con placer;
¡Sin llegar a comprender,
que mi vida es desgraciada!,
si lanzo una carcajada,
todos creen que es de alegría
y no comprende su alma impía,
que mientras más riendo estoy,
es un paso más que doy,
en pos de la tumba fría.
Cuántos como el alma mía,
cansados ya de llorar,
vendrán al circo a buscar,
en el payaso, su alegría;
¡No me pidáis que me ría,
que de mi risa me espanto,
he reído tanto y tanto,
que ya mi risa es dolor!,
porque este mundo traidor,
me enseñó a reír con llanto.
Quizás cuando el payaso muera,
todos lo echen al olvido
y de aquel que se han reído,
ni se acordarán siquiera;
cual música pasajera,
que lentamente se va,
ni el recuerdo quedará;
qué contraste de la vida
y como de todos se olvidan,
de mí también se olvidarán.
Cuando el circo se desliza,
fingiendo aparente, calma;
¡Y mientras lloro con el alma!,
viene a mí rostro la risa,
porque reír es divisa,
¡Sarcasmo estúpido inmundo!
y con mi dolor profundo,
Voy siguiendo su destino; porque
ese ha sido el camino,
que Dios me trazó en el mundo.
Por fin público ilustrado,
que habéis prestado atención,
a esta composición,
que de seguro os habrá enfadado,
por no tener el cuidado,
y decirla sin sentido;
solo un aplauso les pido
y quedaré satisfecho,
guardándolo acá en mi pecho,
como un payaso agradecido.
José Maturana.-